miércoles, 24 de febrero de 2010

Eramos pocos y llega el DS3...

Como cuando una tía nos regala, una vez más, un pack de pares de medias, como mi cuñada cuando me regaló un disco de Phil Collins, como quien descubre que ese juguete carísimo que le compramos a nuestros hijos es una reverenda berretada, con ese sentimiento, con esa misma sonrisa de ojos que buscan algo más recibimos la noticia de que Citroën va a presentar en la Argentina en 2011 su modelo DS3. No sabemos si lo van a producir en el Mercosur o qué. Aunque para traerlo importado no tendrían porqué esperar al año que viene. Esta especie de Mini Cooper franchute es lindo, para qué vamos a negarlo. Aunque no sabemos cómo hace el que viene atrás para mirar hacia afuera. Es lindo, y a la vez tiene todo (líneas marcadas, molduras, tomas de aire) para fascinar al diseñador brasilero que ya debe estar garabateando versiones 5 puertas, furgonetas y pick ups. Pero seguramente va a ser caro, muy caro. Y acá volvemos al tema-desvelo de Autopeste, acerca de cuál es el rol del automóvil en la sociedad actual, qué sentido tiene vender autos pequeños, de planteos egoístas, para pocos pasajeros sólo a los que tienen dinero, en un contexto de creciente escasez de petróleo, y no apostar a la vieja idea de un tal Henry y un tal Ferdinand, según la cual el empleado común podía tener un autito para transportarse él y su familia, en un medio como el nuestro, cuando en innumerables localidades del interior, el transporte público casi no existe, los caminos son accidentados y las distancias son largas. En esos pueblos, el que puede hacer un esfuerzo se termina comprando un Falcon destartalado, sin papeles y al diablo con la seguridad vial propia y de terceros, cuando no sube a su mujer y sus dos hijos a un ciclomotor. Una respuesta que imagino es netamente europea y no creo que fábrica alguna intente una "versión Mercosur" que la evite en nuestros pagos: en un continente donde el laburante viaja en trenes urbanos a todos lados, el patrón vuelve a su hogar en uno de estos "artefactos exclusivos". ¿Para qué venderle autitos baratos a empleaditos si con el tren llegan a sus casas tranquilos? En nuestro país, el patrón joven viajará en un DS3 mientras sus empleados se apretujan en el Sarmiento. Citroën, sin llegar a hacer una beneficencia que no le exigimos, pudo elegir y fabricar el nuevo C3, que seguramente sería mucho más masivo que el DS3, que seguramente se va a vender mucho más que el DS3. ¿No se dedican a eso las fábricas de autos, a venderlos? Pero en la Argentina asistimos a un fenómeno extraño: las marcas generalistas pretenden vender autos como si fueran artículos exclusivos. Más que marcas de autos, prefieren ser el cartel, la publicidad de la marca de autos. Y eso, si bien en términos de marketing puede ser juzgado como brillante para algunos pibes de aspecto cuidadosamente roñoso almorzando en Las Cañitas, no nos gusta. Para nada. Y una vez más vamos a asistir al desfile de cientos de tipos que la última vez que pensaron fue en 1987 y creen tener en su garage una leyenda, una exclusividad que resulta colectiva en todo su barrio ricachón: ¿un Jaguar XK120? ¿Un Mercedes alas de gaviota? ¿un Cord? No, un pedestre Citroën DS3...

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