jueves, 25 de febrero de 2010
Una sensación parecida.
He vuelto a mirar una y otra vez el Chevrolet Agile, como para intentar convencerme de que es lindo. Pero cada vez le encuentro cosas peores: los marcos de las puertas pintados de negro brillante, la curva de la cintura en las puertas delanteras, la enorme parrilla y los orificios de ésta, el "ojo egipcio", la luneta terminada en punta, la forma indeterminada de los faros traseros. Creo que Pipo Pescador compuso la "Canción del auto feo" pensando en este modelo. Y allí, precisamente en los faros traseros, me detuve la última vez. Porque además de feos, son imbricados, complicados innecesariamente, con texturas muy raras en los plásticos, hasta que me percaté de un detalle que no había advertido antes. Sobre el sector lateral de estos faros, dentro del mismo plástico, en un sector que queda casi transparente -es algo muy dificil de describir- hay un logotipo con la inscripción "Chevrolet". Ahí nomás, pensando en los diseñadores sentí una sensación muy, pero muy parecida a la vergüenza ajena...
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